01 julio, 2014

La idiotez



Te lo conté así: “Ha empezado a sonar Love is all around en la tienda, la de Wet Wet Wet. Sabes cuál es, ¿no? La de Cuatro bodas y un funeral, un clásico. Claro, irremediablemente, me he puesto a tararearla. Ya sabes cómo de payasa soy a veces. Y me he dado cuenta de que al otro lado del estante había un chico que la estaba cantando también, mientras ojeaba libretas. Estaba incluso deslizando los hombros al ritmo de la canción. Todo muy cómico, sí. Entonces, él ha levantado la mirada, nos hemos visto el uno al otro, y los dos hemos empezado a reírnos, medio avergonzados, medio maravillados de que hubiera otra persona haciendo el tonto de la misma manera justo enfrente. Es una idiotez, pero me ha resultado muy gracioso”.

Tú contestaste: “¿Y ya está? Deberías haberle seguido, no sé, haberle dicho algo al menos. Esas cosas no pasan porque sí. ¿Y si ese chico era el hombre de tu vida?”

Yo pensé: “Este tío es un capullo”.

Pero me limité a darle un trago a la cerveza, y a seguir sintiéndote hasta con los diez dedos de mis pies.



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