12 octubre, 2011

Porque es domingo

Al parecer, me empeñé en llevarme aquel libro. Tanto fue así que apareció al día siguiente en mi bolso. Al verlo, recordé todo lo que había pasado tan sólo unas horas antes. Tenía anotaciones en los márgenes y sus entradas estaban remarcadas, para que le fuera más fácil localizarlas entre la espesura de letras. Su caligafía era redonda y ligeramente inclinada; resultaba bonita. Aquel libro significaba una segunda vez. Quedamos casi a diario a partir de entonces. Le encantaba mirarme fijamente, sabiendo que así me ruborizaba. A mí me gustaba su forma de reír, escondiendo sus ojos color malaquita. No solíamos cogernos de la mano al pasear. Aprendió a dormir con mi cabeza sobre su hombro; yo memoricé el tacto de su pelo. El concesionario era el punto medio del camino entre su casa y la mía. Sabía a poco el largo tiempo en que permanecímos abrazados justo debajo del letrero, que hacía las veces de muérdago, cuando accedía a que me acompañara.

Pero un día se fue. Me llamó para decir que se marchaba el domingo. Y el domingo era el día siguiente.

Ahora nos conformamos con lo que podemos tener el uno del otro. Entre tanto, escurridizos, nos empeñamos en malgastar la luz de una vela en noches de luna creciente.


*Los amantes intermitentes
Rescatado de julio 2009


7 comentarios:

Por algo será. dijo...

¿Sabes que mediante algunos cambios químicos que ocurren en la naturaleza, en especial al aire libre, la azurita puede transformarse en malaquita, pasando de color azul a color verde?

I. dijo...

Y hace volver a los amantes ausentes.

Por algo será. dijo...

Sin ser químico, me parece que es esperar demasiado de unas moléculas de CO2 actuando sobre compuestos del cobre... Pero ojalá.

Plano Secuencia dijo...

Peor que un miércoles domingo, es un jueves lunes.

I. dijo...

Pero lo bueno es que hoy es viernes viernes.

Anónimo dijo...

Jdyehehhhfftgf

I. dijo...

¿...?